CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 7 de diciembre de 2017

MALIKA MALUC – Una Inmaculada del siglo XXI


Se llama Malika Maluc y es de Senegal, de la zona de Palmarín en África. Tiene diecinueve años y es una chica muy guapa, de pelo negro zaino muy rizado y ojos de un verde intenso. Tan intenso, que su madre siempre le decía: -hija mía, en tus ojos se siente la fuerza de la vida y de la selva. Es hija de pescadores, aunque su padre murió hace muchos años por causa de la picadura de una serpiente. Ella no recuerda su rostro, aunque, como siempre su madre le habló de él, Malika tiene un recuerdo muy afectuoso de su padre; al cual reza siempre mirando a la inmensidad del océano Atlántico Norte. 
Ese océano al cual ella se lanzó con un grupo de cuarenta y siete personas en un cayuco de mala muerte, capitaneado por un pirata de Gambia, al cual tuvo de darle sus ahorros de toda una vida, para aceptarla en semejante aventura. Malika Maluc viajó sola, sin nadie de su poblado o región. Quiso hacer la travesía hacia España, porque España era futuro, al igual que Europa. Y si bien es verdad que muchos morían, también tenían noticias de aquellos que lograban llegar sanos y salvos sin ser interceptados por los guardacostas, y conseguían alcanzar un nuevo destino donde había futuro en sus vidas. 
Malika tiene muchos motivos para lanzarse a esta terrorífica aventura. Su poblado es constantemente asaltado por bandas que secuestran a las chicas para esclavizarlas en trabajo o sexo, y a duras penas pueden repeler los ataques de estas mafias. Además, ella sabe que no tiene futuro en su país. África es un continente rico, pero sin posibilidades de futuro pues la riqueza de la tierra se la quedan unos pocos, además de las multinacionales igualmente explotadoras. 

A todo esto se le une una circunstancia que le dio el empujón definitivo para hacer la travesía. Está embarazada. Y el padre de su bebé, murió ahogado en una travesía como la de ella. Cuando supieron del embarazo, Sambeé, su pareja, decidió hacer primero la travesía a España, ganar dinero y mandar todo lo posible a casa; hasta que pudiera tener la seguridad de ofrecer un hogar a Malika y a su hijo. Porque él, sabía que sería un niño y le pondría de nombre Martin, por Martin Luther King. 
El caso es que cuando llegó a su familia la zozobra de la barcaza en la que viajaba Sambeé, Malika –rota de dolor- tuvo el convencimiento de que debía hacer ella misma la travesía en solitario. Se lo debía en primer lugar a su bebé, y se lo debía a su querido Sambeé; el hombre de su vida cuyo amor, respeto y caricias de ébano que nunca jamás olvidaría. Lo que Malika Maluc no podía saber al embarcarse en aquel cayuco, es que por causa de una temible tempestad y un mar picado, veinte millas antes de la costa de la isla española de El Hierro; su cayuco naufragaría y todos sus ocupantes serían arrojados al vacio por un golpe de mar, sin chalecos salva vidas y sin posibilidad ninguna de pedir auxilio. Lo último que Malika pudo ver cuando se hundía en la oscuridad del inmenso Atlántico, era la luna llena. Preciosa. Como preciosos seguían siendo, sus ojos verdes. Fin.

Malika Maluc era una chica de una pureza de virtudes enorme y un corazón de bondad inconmensurable. Chica modelo en su poblado, responsable y afanada en las tareas propias de quienes sienten la obligación de alimentar a los suyos. Cuando conoció a Sambeé, supo que el como hombre era un regalo del cielo, en una cultura donde la mujer siempre tiene las de perder. No hubo nada más bonito para ella que entregarse a él. Lo hizo consciente de lo que hacía. Se querían y querían dar vida, y la dieron. Aunque por desgracia ni su vida ni la vida del nonato, tenían futuro en nuestro mundo.

El Espíritu que animó el amor de Malika y Sambeé, el Espíritu que llenó de vida sus vidas con la ilusión de aquel embarazo, es el mismo Espíritu por el que María y José concibieron a Jesús de Nazaret, el salvador del mundo y cuya venida esperamos. Eso si, esperamos su venida porque sabemos que no va a venir; pero ¿somos conscientes de que José y María llaman constantemente a nuestras puertas, que traen al Salvador consigo? Lo somos, pero miramos para otro lado. Desde la perspectiva de la pureza del corazón e intenciones, Malika es igual a María la madre de Dios. Pero Malika maluc es una amenaza para nosotros, para nuestro estado del bienestar. ¿Cómo rendir culto a María Inmaculada, si hay mujeres de semejante pureza a la de esta y son asesinadas por sus parejas, humilladas en sus trabajos, mal pagadas, o apartadas de nuestras costas porque no son de los nuestros?

Esta es la cuestión, lector. Esta es la cuestión que tenemos tendiente hoy en día los cristianos del siglo XXI. Adoramos a Cristo y a su Madre porque sabemos que NO VAN A VENIR.
Si vinieran de veras, otro gallo cantaría.

Siento la dureza de este escrito, pero me desgarra el alma tantas vidas perdidas en la mayor fosa común del universo y de todos los tiempos; el Estrecho de Gibraltar. Abramos, ¡por amor de Dios! Abramos nuestras mentes y corazones a la fraternidad. Sanemos heridas, alimentemos al abatido y hambriento. Ahí está Jesús. Esa es tu navidad y la mía.

Fraternalmente, Floren.