CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 2 de noviembre de 2012

REALISMO ANTE LA MUERTE


Bueno, ya pasó la fiesta de todos los santos y hoy está para concluir el día de los difuntos.

Quien sabe de mí, conoce la vicisitud del florista en esta época del año en el que tanto tenemos que trabajar, para dar forma –por medio de las flores- a los sentimientos de las personas para con sus seres queridos.
Así que por esa parte, gracias al cielo y a la familia y amigos que ayudan, para superar la durísima prueba.

Quería decir hoy, que seguimos con el potaje mental respecto del día de los santos y los difuntos. Eso es porque no tenemos claro, que ni todos los santos son difuntos, ni todos los difuntos son santos.

Sin pretender repartir culpas, creo que los curas animan a esta cacao mental, pues ayer no tenía demasiado sentido –desde mi punto de vista y el de la liturgia-, una misa de campaña en el cementerio. Hoy es día de misas en los cementerios y no ayer, día de solemnidad y gloria.

Pero bueno. Decía que ayer, en la meditación de la tarde y vísperas –muy fructíferas por cierto-, reflexionaba yo, sobre estos pareceres.

Es muy llamativo, que sea el evangelio de las bienaventuranzas el propuesto para el día de ayer (Mateo 5,1-12ª), y el relato de la crucifixión y muerte de Jesús lo es para hoy (Marcos 15,33-39;16,1-6). 
En ambos casos, se trasluce que cada circunstancia por distinta que pueda ser, respecto del acceso a la santidad o la muerte sin remisión posible, esta amparada por una actitud concreta que ha determinado el destino final del individuo.

Pero ojo, somos lo que somos y recogemos lo sembrado, y punto y final. No echemos mano con demasiada solicitud de la misericordia de Dios, como si Este nos ofreciera el comodín de la suerte en otro estilo de vida.
No será otro estilo de vida, sino otro estado concreto de existencia. Por ello, retomo el hilo de lo anterior, y manifiesto que no debe utilizarse el texto de bienaventuranzas como promesa de un cumplimiento posterior, sujeto al desarrollo de una serie de actitudes.

Las bienaventuranzas no son algo que luego se cumplirá como premio a…; sino que son bienaventurados los que YA VIVEN, HACEN Y SE COMPORTAN COMO JESÚS DESEA QUE NOS COMPORTEMOS. Conforme a lo establecido por Él para su reino.

Los que lloran, no reirán luego en otro mundo o ante otras personas. Reirán al reconocer que solo una cosa merece la pena en la vida, y ellos/as encontraron esa senda aun a pesar de los quebrantos.

Estamos avocados a la muerte y se nos promete otro tipo de existencia junto a Dios. ¿Nos aferramos a esta certeza que no es tal aunque Jesús nos lo anunciara? Aspiremos a un Cielo aquí en la Tierra. Humanizando y enamorando a quienes conviven os e relacionan con nosotros.

Trasluzcamos por medio de nuestro rostro, toda la amistad y la generosidad de la que seamos capaces, seamos solidariamente efectivos, y “no nos cerremos a nuestra propia carne”.


Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura.
J. L. Martín Descalzo en “Testamento del Pájaro Solitario