CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 18 de julio de 2012

EL PAN DE TU PALABRA

+ Juan 4
 
1 Los fariseos oyeron decir que Jesús tenía más seguidores y bautizaba más que Juana 2 (aunque en realidad no era Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos). 3 Cuando Jesús se enteró de ello, salió de Judea para volver a Galilea.

4 En su camino tenía que pasar por la región de Samaria.b 5 Llegó así a un pueblo de Samaria llamado Sicar,c cerca del terreno que Jacob había dado en herencia a su hijo José.d 6 Allí estaba el pozo que llamaban de Jacob.e Cerca del mediodía, Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. 7-8 Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En esto una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le pidió:

–Dame un poco de agua. 9 Pero como los judíos no tienen tratof con los samaritanos, la mujer le respondió: –¿Cómo tú, que eres judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?

10 Jesús le contestó: –Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva. 11 La mujer le dijo: –Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es muy hondo: ¿de dónde vas a darme agua viva? 12 Nuestro antepasado Jacob nos dejó este pozo, del que él mismo bebía y del que bebían también sus hijos y sus animales. ¿Acaso eres tú más que él?

13 Jesús le contestó: –Los que beben de esta agua volverán a tener sed; 14 pero el que beba del agua que yo le daré, jamás volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré brotará en él como un manantial de vida eterna.
 
Hoy me desperté, con este texto en el pensamiento.
Samaría, tierra de indeseables para los judíos ortodoxos contemporáneos de Jesús.
Y por esta misma circunstancia, estos se convierten en el objeto de la enseñanza de Jesús. Digamos que, esta mujer con la que Jesús habla en el relato que nos ofrece la liturgia este “finde”; representa a todo lo que desconoce el mensaje del Reino de Dios. Pero esta mujer representa mucho más, porque se dignifica así misma y a sus raíces históricas y familiares ante Jesús.
Jesús le hace participe de su dignidad, le confiere la posibilidad de participar de su Reino –agua viva- sin necesidad de dejar de ser lo que es; mujer, samaritana, libre..etc. En definitiva amigos y amigas, lo que más me llama la atención de este evangelio es la gran capacidad que Jesús tiene de cambiar o modificar actitudes en las personas, por medio de la escucha de su Palabra.
Nadie queda impasible, cuando escucha atentamente la palabra de Jesús y la asume en su vida.
Transcribo para vosotros una bella oración sobre la Palabra de Pedro Trigo.
Este texto sin lugar a dudas, merece un paseo de varios kilómetros para asimilar su contenido cristiana y responsablemente.
 
Que paséis un buen día.
 
EL PAN DE TU PALABRA


Tu Palabra alimenta.
No te lo decimos, Señor, de oídas.
Nosotros hemos comido, nos hemos bebido tus palabras,
y nos han sabido a miel, bien sabrosas.
Te damos gracias, Señor, porque no nos falta tu Palabra.
Andamos escasos de pan. Pero por lo menos te tenemos a ti.
Tu Palabra nos fortalece para buscar el pan
y para no desmayar en el camino,
para luchar por la vida
y para no perder la dignidad en esa lucha;
y sobre todo hemos experimentado
que también tu Palabra da vida,
da un contento que contagia a todo el cuerpo
y lo reanima, como lo hacen los alimentos terrestres.
Tu Palabra no es una droga que nos saca de este mundo
y nos da un bienestar momentáneo que nos destruye.
Al contrario, el contento de tu Palabra
sólo viene después. Primero viene la llaga.
Es una espada que nos traspasa,
rompe defensas y máscaras,
nos desnuda y nos trae a la verdad.
Tu Palabra nos obliga a mirar
lo que no queremos ver.
Nos lleva más allá de frases hechas,
de la propaganda, de la doctrina oficial
y de nuestras explicaciones más socorridas.
Y no sólo eso, a veces en vez de responder
nos voltea la pregunta.
Gritamos pidiendo salvación,
y tu Palabra nos envía a liberar.
Pedimos luz, y ella nos pide explicación
y conversión.
Tu Palabra, Señor siempre nos saca de quicio.
Pero si la aceptamos, si aceptamos
la muerte que nos propone,
sentimos luego que ella nos da la vida verdadera,
esa que el mundo no puede dar ni quitar.
Señor, que no nos falte tu Palabra
y que cada día respondamos a ella un poco más.
Te lo pedimos por tu palabra,
Jesús, nuestro Señor,
que es ya para siempre nuestro hermano mayor. Amén.

(Pedro Trigo, Salmos de vida y de fidelidad, ed.S.Pablo 1988)